Marino Faliero by Lord Byron

Marino Faliero by Lord Byron

autor:Lord Byron [Byron, Lord]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Teatro, Drama
editor: ePubLibre
publicado: 1820-01-01T05:00:00+00:00


ESCENA III

Cámara del Dux en el palacio ducal.

EL DUX y su sobrino BERTUCCIO FALIERO.

DUX:

¿Has reunido a todos nuestros servidores?

BERTUCCIO:

Están sobre las armas, aguardando la señal en el patio de nuestro palacio de San Pablo. Vengo a recibir vuestras últimas órdenes.

DUX:

Es sensible que no hayamos tenido tiempo para congregar mayor número de vasallos de mi feudo de Val di Marino, pero ya es tarde.

BERTUCCIO:

Pienso que vale más que todo haya sucedido así. Una reunión súbita de nuestras fuerzas habría excitado sospechas; además, aunque bravos y fieles, los lugareños de aquel distrito son muy rústicos y fogosos para guardar largo tiempo la prudente disciplina que esta empresa exige, hasta que vengamos a las manos con nuestros enemigos.

DUX:

Tienes razón; pero una vez dada la señal esos son los hombres que se necesitan para llevar a feliz término nuestros planes; los esclavos de las ciudades tienen sus predilecciones, sus antipatías particulares, sus preocupaciones en contra o en pro de tal o cual noble; eso puede conducirles a excederse, o a perdonar, allí donde la clemencia es desatino. Los bravos labriegos de mi condado de Val di Marino cumplirían las órdenes de su señor sin distinguir entre sus enemigos por motivos de afecto o de odio; poco les importa que sea Marcelo o Cornaro, un Gradenigo o un Foscari; no están acostumbrados a temblar ante esos vanos nombres ni a doblar la rodilla en presencia de una asamblea civil. Necesitan por soberano un jefe cubierto de hierro, no un magistrado vestido de armiño.

BERTUCCIO:

Somos bastante numerosos… Por otra parte, os respondo de las disposiciones de nuestros deudos respecto del Senado.

DUX:

Sin embargo, para guerrear, para servir en campaña, no hay como mis campesinos…

BERTUCCIO:

Me extraña que con esas ideas hayáis determinado dar tan pronto el golpe decisivo.

DUX:

Tales golpes se han de dar inmediatamente o nunca. Cuando hube domado la debilidad y el vil remordimiento que avasallaban mi corazón, me apresuré a prepararlo todo para realizar mi designio; primero, por no ceder de nuevo a semejantes emociones, y después, porque a excepción de Israel y de Felipe Calendaro, no conocía bastante el valor y la fidelidad de nuestros conjurados. Hoy puede suscitarse entre ellos un traidor contra nosotros, como ayer se suscitaron mil contra el Senado; pero una vez que se hayan lanzado a luchar espada en mano no tendrán más remedio que seguir adelante; después de dado el primer golpe, el fiero instinto de Caín que fermenta siempre en algún repliegue del corazón humano, aunque las circunstancias le impidan estallar, trocará a todos esos hombres en lobos furiosos. Bástale a la turba ver sangre para apetecerla, como la primera copa de vino es el preludio de una larga bacanal. Cuando hayan comenzado, más costará contenerlos que empujarlos; pero, hasta entonces, basta una palabra, una paja, una sombra para cambiar sus disposiciones… ¿Está avanzada la noche?

BERTUCCIO:

Pronto amanecerá.

DUX:

Entonces ya es la hora de tocar la campana. ¿Se encuentran nuestros hombres dispuestos?

BERTUCCIO:

Sí, pero tienen orden de no tocar hasta que les trasmita la señal que daréis.

DUX:

¡Está bien!… Mi resolución es irrevocable.



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